(29-06-2013)
(Aparcada la bici por un día,para esta vez sufrir a pie)
Según definición de la Real Academia Española:
RETO: "Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta." No existe mejor manera de expresar el espíritu de esta aventura, al menos sin querer explorar las montañas de la locura de nuestros compañeros de club Rafa e Isidro, más las de sus aliados en esta prueba, Miguel y Juan.
Pero vayamos al principio. Barruntando la idea entre unos y otros, encendida la mecha hace meses por Juan, los cuatro acabaron inscritos en enero para una carrera que aún se veía lejana. Las preparaciones previas de cada cual eran dispares: alguno más runner y otros más de mountain bike, la realidad es que ninguno tenía experiencia en un trail, ya no digamos en una ultra de montaña. Semana a semana, acercándose la fecha, el entrenamiento individual se orientaba a correr por el campo y superar desniveles en la medida de lo posible. Las dudas rondaban las cabezas de cuatro deportistas animándose y exponiendo sus preocupaciones en el grupo de washapp. Una imagen vale más que mil palabras para explicar la dureza de este reto de 60 kilómetros con terrenos para todos los gustos y disgustos.
La previa: El día antes de la carrera, todos se reunirían en casa del anfitrión, Juan, tras recoger el dorsal en el precioso pueblo de Navacerrada. Despues de preparar las mochilas y cenar los pertinentes macarrones, los cuatro intentarían conciliar el sueño en Collado Villalba. Pocas horas más tarde, a las 05:30 horas, sonaban los despertadores. Desayuno nervioso, un rato de coche y 45 minutos de autobús lanzadera preparado por la organización hacia la salida de Rascafría. Mirar por la ventanilla produce cierto desasosiego. Se intuye lo que les espera. Una mezcla de ilusión y sana preocupación invade el pensamiento.
Las armas preparadas el día antes |
Isidro, Juan, Miguel y Rafa posan en la salida |
Los cuatro amigos deciden subir a un ritmo muy vivo para alejar lo máximo posible el fantasma del fuera de control. Lo consiguen holgadamente, pasando en menos de 2 horas. Esa posibilidad queda ya practicamente desterrada. Llevan mucho margen. Toman un respiro muy breve en el avituallamiento y prosiguen la carerra. Espera una zona de terreno favorable, en la cual es posible correr, y de golpe la majestuosa y compleja subida a Peñalara, el punto más emblemático de la prueba a 2.429 metros de altitud. En su mente películas épicas. La Compañía del anillo marcha camino del Monte del Destino. Eso ayuda...cualquier pensamiento positivo ayuda en realidad, por de muy flipaos que resulte.
Juan en pleno esfuerzo |
Tras el Puerto de Reventón, Miguel se descuelga del grupo y por desgracia no volvería a conectar. Su carrera acabaría en el kilómetro 30, tras lograr hacer cima en Peñalara, bajar y más adelante llegar incluso hasta La Granja de San Ildefonso, donde comunicaba por teléfono su retirada. La pérdida de una lentilla, que sumaría dificultades, terminaría con sus ilusiones. Ánimo compañero. Hay que volver a intentarlo.
Pero sigamos donde lo dejamos, con Rafa, Isidro y Juan, justo en las inmediaciones de la subida a Peñalara, momento muy técnico en el que Rafa perdería el ritmo de sus aliados, estos (algo) más experimentados en montaña. Allí encontrarían un nevero precioso pero fastidioso, y el difícil cresteo hasta la cima, zona casi de alpinismo, sazonado con el rocoso y peligroso Paso de Claveles (ver un video ajeno de cómo es este paso), una zona en la que Rafa, con su limitada pericia, perdía de vista definitivamente a un Isidro crecido de moral y a un Juan muy fuerte.
Juan en la nieve. Difícil terreno, salvo si eres un elfo |
Isidro en el mismo trance |
Una vez en la cumbre la satisfacción era máxima. Rafa superaba estos metros complicados siguiendo cada uno de los pasos de un desconocido veterano de la montaña. Cada zancada segura marcaba el camino. Se lo agradecería en la cima, por supuesto. Pasado este sufrido trago, tocaba otro reto durísimo: la muy técnica y pedregosa bajada de Peñalara. Complicaciones graves. Para entonces Isidro y Juan llevaban bastante delantera. En estas pruebas está casi descartado marchar al mismo ritmo que los compañeros. Cada uno ha de marcarse el suyo, a nivel de técnica y de fuerza. La posibilidad de reunión queda para los avituallamientos. Rafa era plenamente consciente de que quizás tendría que hacer en solitario los 40 kilómetros que restaban, si bien guardaba la esperanza de recortar ventaja en los 8 kilometros que conducían al valle hasta La Granja de San Ildefonso, un tramo en el que podia correrse bastante bien, y donde él pensaba, todavía entero de fuerza, que ahí acababa el torpe montañero y debía empezar el experimentado atleta. La escasez de agua era el handicap para aspirar a un ritmo razonable, pero los frescos riachuelos solucionaban el problema.
Efectivamente, la reunión llegaba en La Granja, en el km 30, tras esperarle en el avituallamiento los potentes Isidro y Juan, una vez la comunicación telefónica confirmaba que Rafa había logrado recortar diferencias de manera notable. En contraprestación, Rafa apenas pararía para rellenar su reserva de agua y picar un poco de comida. No estaba dispuesto a frenar al equipo más de lo estrictamente necesario. Isidro y Juan se recuperaban por completo, y Rafa tampoco deseaba enfriarse. La triste noticia de la previsión de retirada de Miguel nos llegaba también en ese instante, como antes comentábamos.
Tras varios kilómetros de encantadora pero ya fatigosa carrera por el bosque, Rafa alertaba acerca de la ambición del ritmo, máxime quizás ya temiendo acusar la escasa parada en el anterior avituallamiento tras haber aumentado el ritmo hasta llegar a él.
Decidido a no romper el motor, éste optaba por descolgarse unos metros del grupo. Era un hecho que Isidro y Juan estaban más frescos en ese punto de la carrera. Unos minutos después su miedo se convertía en amago de pájara real. En el kilómetro 39 sentía flojera y el estómago no le toleraba la imprescindible comida. Un momento delicado que poco después también atacaría, aunque en mucho menos grado, a Juan. El bravo Isidro (que venía de dos semanas de inactividad tras una operación dermatológica), sorprendía pletórico de fuerza y excepcionalmente alimentado, mostrándose colosal.
Por fortuna y tirando de experiencia, Rafa, tras aminorar la marcha y apenas ir chupando la barrita energética, lograba sobreponerse por completo y llegaba al punto de reunión en el revitalizador avituallamiento de La casa de la Pesca plenamene recuperado de fuerza y apetito, pero tocado de una rodilla derecha que se resintíó muchos kilómetros atrás, en la subida a Peñalara, cuando una roca traicionera se movía para dejar algo dolorido algún tendón de ésta. Isidro le aplicaría un rudimentario ventaje con esparadrapo que, sin embargo, se mostraba eficaz. Gracias a ello, Rafa podría correr sin problemas, aunque en las subidas de gran pendiente sentía bastante dolor, que limitaba pero no impedía. Estaba resucitado para el resto de prueba.
Reposición de agua y vendaje en el avituallamiento |
Antes de la bajada. Foto del controlador de chip. Bola del Mundo de fondo |
Y así, tras tantos tramos diversos, tras tantos pensamientos de todo tipo, por fin llegaban a la plaza de Navacerrada para traspasar la meta unidos y emocionados después de 12 horas 46 minutos y 15 segundos de carrera, el tiempo aproximado que estimaban marcar estos valientes deportistas, quienes con ésta y otra que hagan, ya serán dos las pruebas de trail de montaña que realicen. Todo un debut con picadores, y en una ultra de 60 kms, que aconsejaba precisamente moverse en ritmos discretos que condujeran a esta marca lograda. Cualquier otra aspiración, por ahora, se antojaba una auténtica inconsciencia. Aun así, lograban una digna clasificación en el puesto 278 y siguientes de los 347 finishers, a los que hay que sumar los llegados fuera de control, los atletas lamentablemente retirados y bastantes no presentados hasta llegar a la cifra total de 434 inscritos en esta exigente carrera.
Tras la enorme satisfacción de nuestros compañeros, con su medalla en el cuello y obsequiados con una gran camiseta técnica de "FINISHER", el avituallamiento final era agradable charlando con compañeros de fatigas. Allí estaban también varios conocidos como Luis de "Corriendo por el Campo" de Ciudad Real, o aquel experimentado montañero cuyos pasos guiaron a Rafa en los apuros técnicos más complejos, allá por Peñalara, cima que da su nombre a esta magnífica y bonita carrera, ultrabien organizada, que bien merece crecer en repercusión y medios como ya lo está haciendo. El cariño que se destilaba en cada asistencia al corredor habla de carrera GRANDE. Tan enorme como la implicación de sus voluntarios.
Sólo nos queda dar la enhorabuena a todos, insuflar ánimo a Miguel, que sus 30 kms de montaña se metió para el cuerpo!!, y agradecer su apoyo fundamentalmente al compañero de batalla Juan, (Juan Manuel Ruiz Manso del Bicycles club Mtb ) por todo su despliegue logístico, y por comportarse como un señor con nuestros dos amigos de la Ruta del Quijote antes, durante y después de esta Peñalara 60 K, así como a GRUPO PHI por el patrocinio de ésta y otras aventuras deportivas.
Una gran experiencia en definitiva. Nos vemos en la próxima..
No hay comentarios:
Publicar un comentario